recordando momentos de adolescente...
“AL CRISTO OLVIDADO”
Al Cristo de la iglesia en ruinas de mi Colegio
Castrillo de San Pelayo del Páramo (León)
Tú, viejo tronco llamado a ser inmortal
Arrancado en el monte de abigarrada encina
Hoy transformada en venerable imagen
Del Cristo ultrajado y crucificado.
Sólo, estático y majestuoso permaneces
En silencio colgado del frío leño
En el frontispicio de la iglesia Pallotina
En Castrillo de San Pelayo, olvidado.
Obligado cautivo del oscuro templo,
Presides la bonita iglesia, donde antes
Entre perfume de incienso, flores y cánticos
Bendecías las súplicas de tus afligidos penitentes.
Donde las notas de voces blancas,
Acordes de armonio arrancados por
Expertas manos, anhelos de voces trémulas,
Se elevaban levitando hacia las alturas.
Donde los susurros de oraciones ininteligibles
Súplicas de corazones afligidos y
Acciones de gracias eran cotidianas.
Hoy en cambio solo… silencio.
Silbidos del gélido viento del páramo
Abofetean tu rostro misericordioso
Una y otra, vez mientras tus hijos
Te han olvidado y condenado.
A un cautiverio secular en tu propio templo,
Amenazando inminente ruina.
A través de los viejos cristales agujereados,
Taladrados por piedras arrojadas
De manos sacrílegas y perversas.
Pude contemplar tu rostro sereno,
Enmohecido por el paso del tiempo,
La humedad y al desamparo sometido,
Más cruel de hijos ingratos,
Llamados a ser tus valedores seguidores.
Donde los placeres de este mundo
Les han confundido y viven alejados
De las espiritualidad de su Fundador
S.Vicente Palloti, paladín de pobreza.
Y por el cual fueron llamados a seguirte,
Más se olvidaron de los deberes sagrados,
De las almas caritativas, los bienhechores.
Que hicieron del santo lugar
Cuna de misioneros, pastores,
Cuidadores de la amplia grey.
Hoy entregados a los placeres de la vida
Hombres hedonistas, mensajeros del bien vivir
Mientras tan sólo quedan los vestigios
De vuestro fracaso, engaño y traición…
Oigo alma afligida el gemido del viento,
Deslizarse a través de las cristaleras,
Mientras tu rostro, ¡ OH buen Jesús¡
Es surcado por ríos de lluvia.
Y el gélido viento abofetea tu cara
Una y otra vez, incasablemente,
En el silencioso y yermo páramo castellano.
Autor: José Ángel Miyares Valle (ex alumno)
Autor: José Ángel Miyares Valle
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