lunes, 2 de septiembre de 2019

“AL CRISTO OLVIDADO”

recordando momentos de adolescente...
 
“AL CRISTO OLVIDADO”

Al Cristo de la iglesia en ruinas de mi Colegio

Castrillo de San Pelayo del Páramo (León)

Tú, viejo  tronco llamado a ser inmortal

Arrancado en el monte de abigarrada encina

Hoy transformada en venerable imagen

Del Cristo ultrajado y crucificado.

Sólo, estático  y majestuoso permaneces

En silencio colgado del frío leño

En el frontispicio de la iglesia Pallotina

En Castrillo de San Pelayo, olvidado.

Obligado cautivo del oscuro templo,

Presides la bonita iglesia, donde  antes

Entre perfume de incienso, flores  y cánticos

Bendecías las súplicas de tus afligidos penitentes.

Donde las notas de voces blancas,

Acordes de armonio arrancados por

Expertas manos, anhelos de voces trémulas,

Se elevaban levitando hacia las alturas.

Donde los susurros de oraciones ininteligibles

Súplicas de corazones afligidos y

Acciones de gracias eran cotidianas.

Hoy en cambio solo… silencio.

Silbidos del gélido  viento del páramo

Abofetean tu rostro misericordioso

Una y otra, vez mientras tus hijos

Te han olvidado y condenado.

A un cautiverio secular en tu propio templo,

Amenazando inminente ruina.

A través de los viejos cristales agujereados,

Taladrados por piedras arrojadas

De manos sacrílegas y perversas.

Pude contemplar tu rostro sereno,

Enmohecido por el paso del tiempo,

La humedad y al desamparo sometido,

Más cruel de hijos ingratos,

Llamados a ser tus valedores seguidores.

Donde los placeres de este mundo

Les han confundido y viven alejados

De las espiritualidad de su Fundador

S.Vicente Palloti, paladín de pobreza.

Y por el cual fueron llamados a seguirte,

Más se olvidaron de los deberes sagrados,

De las almas caritativas, los  bienhechores.

Que hicieron del santo lugar

Cuna de misioneros, pastores,

Cuidadores de la amplia grey.

Hoy entregados a los placeres de la vida

Hombres hedonistas, mensajeros  del bien vivir

Mientras tan sólo quedan los  vestigios

De vuestro fracaso, engaño y traición…

Oigo alma afligida el gemido del viento,

Deslizarse a través de las cristaleras,

Mientras tu rostro, ¡ OH buen Jesús¡

Es surcado por ríos de  lluvia.

Y el gélido viento abofetea tu cara

Una y otra vez, incasablemente,

En el silencioso y yermo páramo castellano.

 

Autor: José Ángel Miyares Valle (ex alumno)

Autor: José Ángel Miyares Valle

 


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