Foto. José Ángel Miyares Valle
EL
CONCIERTO
Las notas musicales invaden
el espacio
escénico,
caen
como gotas de lluvia
fertilizado
las mentes,
se
desparraman por la atmósfera
del salón
oscuro
diluyéndose
con dulce armonía
en
los oídos de los silenciosos espectadores.
El director
blande su batuta
a uno
y otro lado ,arriba y abajo
con movimiento
rígido
,acompasado y preciso,
su pelo es agitado
por
las sacudidas de su cuerpo
al
compás de los acordes.
Todo es
armonía, sonoridad y ritmo.
Notas
caídas en el suelo, pero las menos,
frenesí
de arcos,
esfuerzo de mofletes,
golpes
de timbales, tambores y de platillos
todo en
dulce armonía
que cautiva
los espíritus,
ensalza
la grandeza de la música
e
inflama de alegría y admiración
el alma
de los presentes
benditas
manos que hermosas
sinfonías
escribieron con notas
arrancadas
por músicos virtuosos
del sueño de las partituras
ancladas
en sus pentagramas
a
ritmo acompasado
pero
siempre en orden riguroso
al compás
de la sabia batuta
para terminar
en grandiosa sonoridad
cortada
en relámpago fugaz
para
dar paso al apoteósico
aplauso
de corazones henchidos de júbilo,
bendito
concierto de música de dioses
engendrada
por titanes del tiempo.
por José Ángel Miyares Valle
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